Milenio - Estrategias kamikazes
Milenio - Estrategias kamikazes

El ejército tuvo que retroceder a ataques criminales al verse superados

Mientras unos opinan que la decisión fue buena con tal de salvar vidas, otros piensan que lo mejor es desatar la guerra cueste lo que cueste.

Tensión, miedo, incertidumbre. Uno y mil sentimientos fueron los que cientos de ciudadanos experimentaron el día de ayer tras los hechos ocurridos en Culiacán, donde las calles se convirtieron en una zona de guerra durante gran parte del día, todo gracias a un operativo fallido en el que se buscó la detención de Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán.

El problema fue que, al verse superados en número y armamento, las autoridades decidieron dar marcha atrás y dejar escapar a Guzmán, todo con tal de no iniciar una guerrilla en la que los más afectados serían la sociedad y las autoridades, es decir, se buscó evitar el mayor número de muertes y daños colaterales.

Por otro lado y se haya tratado o no de una «buena acción» para defender a la gente, lo que también es cierto es que dicha decisión es el resultado de una pésima operación logística militar; operación que dejó como saldo automóviles incendiados, balaceras con armas de alto (altísimo) calibre en la calle, personas aterradas, ocho muertos, 21 lesionados y más de una veintena de presos liberados de la cárcel.

Sin embargo, una vez que queda claro el inútil desempeño de la operación, lo que también resulta increíble no es ya la presunta liberación del Chapito —PRESUNTA, sí, porque estricta y oficialmente ni siquiera se le capturó como para decir esto— sino las opiniones que se han dado respecto al asunto.

Por un lado tenemos a los analistas más serios, quienes con todo derecho y razón, opinan que el hecho de que las fuerzas armadas retrocedieran a los ataques, da pie para que ahora cualquier organización criminal se sienta con el valor suficiente de armar enormes desastres y, así, encontrar en ellos la forma de intimidar a las autoridades y la gente sabiendo que no se les va a perseguir, sino que se les permitirá irse.

Por otro lado, están los más… «comprensivos», quienes entienden que, al verse superados por hombres y peso armamentístico, la única opción que tenían los miliares ante los criminales era morir. Pero no sólo eso, sino que de haber continuado con el operativo, es seguro que en estos momentos estaríamos hablando de una terrible cantidad de civiles muertos en el fuego cruzado.

En cambio, en otra esquina tenemos a los «valerosos», aquellos que de la noche a la mañana adquirieron profundos conocimientos de estrategia militar con uno que otro toque de kamikazes, pues son aquellos que aseguran que la mejor opción era seguir adelante en una batalla perdida desde el inicio, sin pensar (o peor aún, sin importarles) los daños colaterales que esto hubiera causado, asegurando que la mejor opción era seguir con la batalla sin tomar en cuenta el número de fallecidos tanto de una parte como de la otra.

Son estos últimos los que también han hecho saber que «con Calderón» estábamos mejor, diciendo así que es mucho mejor vivir en un país donde es preferible manchar las calles de sangre antes que aceptar que no se tiene la capacidad (al menos no aún) para combatir al crimen organizado. Y claro que también falta hablar de otros, de esos que se alegran de ver derrotada a la autoridad frente al crimen, pero para qué desperdiciar letras en ellos.

Lo más triste de todo es saber que no importa cuál sea la decisión que se tome ni el resultado que se obtenga, vivimos en un país donde sólo existen las decisiones incorrectas y donde siempre estaremos mejor con el gobierno pasado.

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