«Qué triste fue decirnos adiós…»

Millones de mexicanos lloran el último adiós al Príncipe de la canción.

Han sido pocos los artistas con un nivel de convocatoria tal que movilice al pueblo, medios, artistas, políticos y religiosos del país, José Rómulo Sosa Ortíz «José José» es uno de ellos y México llora la ausencia de uno de sus íconos musicales más grandes de los últimos años.

Similar al revuelo ocasionado por José José lo provocaron Pedro Infante y Juan Gabriel, dueños no solo de una voz inigualable, también de un cariño inimaginable: miles de personas sufrieron sus muertes, otras más se hicieron fans de su música y muchos —de verdad muchos— seguirán entonando los temas que formaron a más de una generación.

Lejos de las burlas y los comentarios alusivos a los excesos del Príncipe de la canción, destaca su actuación en la segunda edición del Festival OTI (1970), donde a pesar de no conseguir el primer lugar —a 48 años de aquella épica noche— sigue siendo un placer apreciar al mexicano dejando todo en el escenario, sin más que su voz para deleitar al público.

Aparecerán —como es costumbre— nuevos seguidores de José José, como los hubo de Jenny Rivera y Valentín Elizalde, volverán a resonar los estudios de música con nuevas canciones que provoquen los deseos más bajos de cada uno; figurarán teorías como las de Juan Gabriel y Pedro Infante que sugieran la inmortalidad del Príncipe y quieran negar el dolor que provoca una perdida más, sobre todo cuando se trata de una voz como la de él, jamás irrepetible.

Hace 48 años interpretaste —como nadie— una canción compuesta por Roberto Cantoral y mereciste ganar, lo hiciste —seguro lo sabías—. Tenías razón, Príncipe: «Qué triste fue decirnos adiós»…

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