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La segunda etapa de esta revista ha visto pasar ya dos sexenios y va por el tercero.

El Chamuco y los hijos del averno festejaron un año más de vida, los moneros Helguera, Hernández, Fisgón, Patricio y Rapé estuvieron presentes en el evento.     

Las empedradas calles de Coyoacán marcaban el camino con rumbo al averno. Solo que el infierno que nos esperaba era distinto al que retrató Dante Alighieri en las líneas de la Divina Comedia, al que Luis Estrada capturó en sus cintas cinematográficas y al que suena en «Welcome to hell».

El infierno en cuestión es uno que se caracteriza por el humor, los trazos caricaturescos y la crítica social que avivan las llamas de la incorrección política. En esta ocasión la cita fue en el Museo Nacional de Artes Populares, el cual se convirtió, por unas horas, en una sucursal del reino gobernado por Hades.

En el tramo final del recorrido pasamos a un costado de la Parroquia de San Juan Bautista, uno de los templos más antiguos de la ciudad. ¡Vaya paradoja!: un recinto que promueve el cielo fue el preámbulo para llegar al encuentro infernal. Entramos y ya estaban ahí esperándonos nuestros interlocutores, uno de los representantes de Lucifer en la tierra: El Chamuco y los hijos del averno.

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Sí, esa publicación que celebra 12 años de su segunda vida preparó una especie de aquelarre diabólico para congratular su aniversario. Este Chamuco se encarna en muchas personas, sin embargo, hay cinco «hijos de la chingada» (como se autonombraron instantes después) que son el atractivo principal: Helguera, Hernández, Fisgón, Patricio y Rapé.

Patricio recordó las peripecias que han vivido desde el Chahuistle, revista que fue la predecesora del Chamuco y que surgió por aquel lejano 1994, año que representó un punto de inflexión para la vida nacional. Ya en este tema, los cinco anfitriones hicieron patente su inconformidad, porque no se mencionó el nacimiento del Chahuistle en la serie de Diego Enrique Osorno, que retrata los acontecimientos que marcaron al país en el último año de Salinas de Gortari en la presidencia; «está incompleta», bromearon al respecto.

«Decidimos mantener la revista viva no’más por joder»

La celebración entre los hijos del averno y aquellos fieles y demás curiosos que se congregaron en el evento ya estaba en marcha. El mismo Patricio compartió que la primera etapa del Chamuco vio su fin con el arribo de Fox a Los Pinos debido a una constante: falta de solidez económica. Pese a esto, el regreso solo se hizo esperar un sexenio y con el calderonismo y la continuidad panista en marcha volvió a reaparecer el Chamuco.

En el ambiente soplaba un airecito tibio, el cual daba una tibia calidez infernal como sensación predominante en el ambiente que rodeaba el relato de los protagonistas. Bajo esa atmósfera supimos que el sexenio pasado fue un tiempo duro para la revista, que pese a las desavenencias como auditorías y la banca rota se mantuvo «no’más por joder».

Fue entre esos años que cierto director de cuyo nombre Patricio no «quiso acordarse» y solo mencionó de forma pícara el apellido: Arreola. Quien los dejó con problemas hacendarios y fue ese mismo personaje quien en días recientes salió como unos de los comunicadores «beneficiados» por la administración peñanietista.

«Extrañamos a Rius un chingo»

Rapé advirtió que la incertidumbre ya es cosa del pasado y que la pasión por su trabajo fue la llama principal que mantuvo el fuego vivo; «nos encanta pitorrearnos de todo mundo», fue la frase del monero, quien asegura que el «periodismo dibujado» es el estandarte del Chamuco. Esta filosofía de la revista tiene sus orígenes en el legado de Eduardo del Río, el maestro de los cinco hijos del averno que lo honran y recuerdan con cada trazo. «Extrañamos a Rius un chingo», compartió Rapé demostrando que los demonios tienen su lado sentimental y que la huella del diablo mayor sigue y seguirá latente.

La noche caía y la lluvia se hizo presente, como si el cielo lamentará el festín de historias y anécdotas. No obstante, los presentes obviaron la lluvia y el hipotético sollozo divino recordando esa frase tan presente en el imaginario de los fieles chamucos: «Soy ateo gracias a Rius». Ya con las gotas cayendo alrededor, con un idealizado aroma a pólvora y ceniza mojada, Hernández, Fisgón y Helguera compartieron lo difícil (o fácil) que puede resultar crear un personaje.

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El Fisgón habló sobre la complejidad que Hernández encuentra en la elaboración de un personaje y contó que, en alguna reunión, el monero en desgracia empezó a narrar unas historias reales sobre dos personas que conoció durante sus viajes a Lagos de Moreno, de donde es parte de su familia. Las aventuras entre ambos eran tan pintorescas que Patricio (quien estaba presente cuando se contaba la historia) las utilizó para darle vida a Quica y Pimpón, cuyos personajes fueron empleados posteriormente por los hijos del averno por separado y en conjunto.

De esta forma, entre relatos, muchas risas y bromas entre moneros y asistentes, se realizó el cumpleaños 12 del pingo más crítico de la vida nacional, ese que en su segunda etapa ya despachó a dos presidentes, uno panista y otro priista, y que ya trabaja con el mandatario en turno por aquello de los deslices, puntadas y malas prácticas gubernamentales en las que pueda incurrir de aquí al 2024. El camino del Chamuco se vaticina amplio y largo, el reciente proyecto de televisión en TV UNAM y Canal 22, así como la editorial puesta en marcha pueden garantizar larga vida para este infernal proyecto.

 

Por: Gustavo C.

HOY NOVEDADES/MI CULTURA