Como si la 4T no tuviera ya bastantes detractores, el actuar del embajador mexicano en Argentina, Óscar Ricardo Valero Recio, ha puesto en tela de juicio la aparente ética de quienes ostentan el máximo poder político en el país.
El intento de robo de un libro por el diplomático mexicano refuerza los estereotipos que han acompañado al pueblo mexicano durante las últimas décadas: rateros, flojos, abusivos y aprovechadores, cuando menos.
Sin embargo, lo que más sorprende es la respuesta tibia del presidente López Obrador, quien aseguró que «todos cometemos errores» y, de alguna manera, minimizó el actuar y la vergüenza provocados por la actitud de Valero Recio.
El precio del material hurtado asciende a 640 pesos argentinos y la denuncia ya está en manos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Argentina; mientras que el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, ordenó el inmediato regreso del diplomático a tierras mexicanas.
Aunque los hechos ocurrieron el pasado 26 de octubre, el caso estalló hasta la difusión del video de la Librería Ateneo, dando pie a un sinfín de críticas de la oposición mexicana, a la par que AMLO solicitó que «no haya linchamientos políticos (y que) no se destruya, ni afecte la dignidad de las personas».
De comprobarse las acusaciones, el embajador mexicano será destituido de su cargo, no obstante, el daño está hecho, México vuelve a ser blanco de burlas y estigmatizaciones; mientras la oposición se ufana de la incongruencia de la 4T y de la tibieza de Obrador para señalar a quienes (claramente) han incurrido en algunos de los mayores males del país, el abuso de poder y la impunidad.
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