Es una maravilla ver cómo el pueblo de México se enfrenta al coronavirus, desde aquellos que no se han enterado, hasta los otros que aprovecharon el inicio de la cuarentena para viajar a una de las playas nacionales más sucias y contaminadas del país, porque ¿Qué más nos puede pasar?

No es nuevo que el mexicano haga frente a las adversidades de manera burlona, despreocupada y retadora, mucho menos cuando desde la presidencia de la República se envían mensajes ambiguos sobre lo que debe o no hacerse frente a la epidemia.

Las compras de pánico hicieron su aparición aún sin confirmarse los primeros casos de contagios en el país e incrementaron cuando éstos comenzaron a multiplicarse, aunque muchos ni siquiera sabían qué o cuánto comprar: lo importante era estar preparados.

Desde luego que el pánico fue aprovechado por diferentes entes dolidos con el actual gobierno, sectores de la prensa y la política nacional salieron a difundir noticias convenientemente falsas que promovieron una idea errónea de la epidemia en México; se inventaron, y se sigue haciendo, muertes a causa del coronavirus; se informó (de manera visceral e irresponsable) de infectados inexistentes; hubo quien incluso, escribió sobre una discusión que se presume jamás existió.

No podemos dejar de lado que el presidente presumió un par de artilugios que lo protegen (quizá del coronavirus, quizá del conservadurismo), al tiempo que el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud presumió la fuerza moral del primer mandatario y lo conminó a infectarse de coronavirus para luego recuperarse y quedar inmune a la amenaza.

Memes, fake news, noticias a modo, manipulación y falta de seriedad ante la epidemia gobiernan el día a día del mexicano, ese ser que se debate entre la cuarentena, el home office y las vacaciones adelantadas; ese ser que se dice inmune a todo, pues ya sufrió crisis, devaluaciones, epidemias, terremotos, narcoestados, chupacabras, dos sexenios panistas y un romance casi eterno con el PRI.

Si esa es la forma en la que nos informamos, no es de sorprender que el pánico se haya apoderado de nosotros y que a estas alturas nos estemos preguntando cuántos rollos de papel higiénico sean necesarios para no contagiarse del Covid-19.

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