Los Angeles Times
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Esta semana, Donald Trump  y Andrés Manuel López Obrador, presidentes de EE. UU. y México, respectivamente, se reunieron en lo que algunos ya han calificado de «reunión histórica». Por otro lado, hay quienes la vemos como una reunión hipócrita.

Olvidémonos ya del T-MEC, la emergencia sanitaria por el coronavirus, la situación económica u otros temas que se trataron tras bambalinas en la Casa Blanca. Mejor enfoquémonos en lo que no se habló.

Hace unos días, Obrador se quejó de que «nunca en la historia de México se había atacado tanto a un presidente» aludiéndose a sí mismo. Bueno, este pensamiento le hubiera servido para recordar que, también, nunca en la historia de México, los mexicanos habían sido tan atacados por un presidente estadounidense.

Recordemos que una de las frases más polémicas de Trump en contra de nuestro país, es que México «no envía a su mejor gente, nos mandan a los criminales y violadores». Una frase que ambos presidentes olvidaron durante su reunión.

De igual forma, parece que el mexicano borró de su memoria el haberse referido al gringo como un ser «inhumano» en un libro que escribió en 2017.

Claro, tampoco se trataba de ver pelear a ambos presidentes hasta la muerte, pero Obrador perdió su oportunidad para exigir (de forma diplomática y formal) respeto hacia su pueblo, tanto de los radicados en México como de los migrantes en EE. UU., quienes son vistos casi como animales por Trump.

Por su parte, el pelirrojo dejó pasar la chance de pedir al tabasqueño mejores medidas de seguridad en la frontera a través del diálogo y no de las ofensas en Twitter, como suele hacerlo.

En cambio, los dos presis se llenaron de halagos, cual si ambos fueran lo mejor que le ha pasado a su país. Pero bueno, quizá tengan razón, después de todo, dentro de su cabecita, cada uno vive en una «realidad» totalmente diferente a la del resto de sus ciudadanos.

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