Anticonvocatoria

El 27 de abril se festeja el Día internacional del diseño. Esta celebración suele hacerse con más ímpetu y reconocimiento en otras partes del mundo donde hacen festivales, exposiciones y demás; aquí en México es poco conocido el día y solo la comunidad de diseñadores la conoce, reconoce y celebra.

Como miembro de esa comunidad ya no me es ajeno que no se celebre, no se le reconozca o no se le valore en mi país.

En días pasados hemos tenido una serie de desacuerdos entre la comunidad y el Gobierno por convocatorias con falta de ética que menosprecian la profesión de los diseñadores. La principal convocatoria que causó todo un movimiento en redes sociales fue la de la SEP que invitaba a los artistas plásticos y gráficos a participar para la realización de los libros de textos de este periodo, para la educación básica pero sin pago alguno y saltándose las leyes de derechos patrimoniales sobre la obra que entregaras.

Nos causó indignación pero más viniendo del gobierno porque en el fondo, los que nos dedicamos a esto sabemos que nuestra profesión ni siquiera la ven como profesión, solo es cuestión de ver que es una de las peores pagadas del país (aun sabiendo que es necesaria por las nuevas tecnologías).

En días posteriores también nos causó gracia e «indignación» la imagen que rondaba en redes sociales sobre el «logotipo» ―si se le puede llamar así― del nuevo Aeropuerto de la ciudad de México. Un “logotipo” falto de normas y lineamientos para un buen diseño, porque aunque no lo crean tenemos normas para diseñar no es solo un simple «dibujito» más. Esto ofendió de nuevo a la comunidad porque sabemos de sobra que talento hay en nuestro país, lamentablemente jamás se ha apoyado o reconocido nuestra labor profesional al ser considerada como cero básica para la sobrevivencia del ser humano, como todas las artes. Sin embargo, en pandemia ha sido de gran ayuda para mantener la estabilidad emocional durante el encierro; estas profesiones se suelen ajustar a las necesidades y dificultades de la sociedad y el ser humano.

Como diseñadora no me queda más que esperar que la sociedad, el gobierno y los dueños de empresas le den el valor que se merecen este tipo de profesiones y si no aplicar lo que suele suceder día a día huir a otro país donde sean reconocidas aunque en mi México haya fuga de talento.

Denmoni

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