Contrapeso Ciudadano

Recientemente entró en vigor la ley que prácticamente obliga a cualquier ciudadano a entregar los datos biométricos de su celular al PANAUT, organismo que tiene como finalidad investigar y combatir delitos mediante el uso de dicha información.

A saber, ahora los usuarios tendremos que proporcionar nuestra huella dactilar, facial e iris de ambos ojos (formas con las que hoy en día se desbloquean varios celulares) a dicho padrón de telefonía móvil a menos que queramos que el PANAUT suspenda nuestra línea. Da miedo, ¿verdad?

Por eso, no es raro que no tardara en surgir el primer amparo contra esta medida, pues un juez ya le permitió a un particular, al menos temporalmente, evitar entregar esa información sin que su línea sea cortada.

Y aunque el juez dijo algo muy cierto, y eso es que la medida es totalmente constitucional debido al objetivo que busca (es decir, ayudar con la investigación de delitos), dijo algo todavía más cierto: entregar tales datos biométricos podría tener más afectaciones que beneficios por ahora.

Claro que no hay que ser muy letrado o experto en la materia legal para saber esto, sino que por mero sentido común o por naturaleza se desconfía de entregar este tipo de datos, sobre todo, al saberse que estos dan acceso a un aparato que ya es nuestro más cercano confidente, al que le confiamos más secretos que a un amigo y que, para acabarla, sirve como archivo personal de información privada o laboral: el celular.

Y entre que los paranoicos pensamos que el Gobierno tendrá acceso a todo lo que guardamos en él; entre que otros nos explican que no es así, sino que sólo será para tener un registro de celulares que están ligados a un crimen y facilitar las investigaciones; y entre aquellos que lo ven como un abuso inconstitucional, la verdad es que tenemos motivos para desconfiar del uso y resguardo que le darán a nuestros datos.

¿O acaso no recordamos que allá por el 2010 los mexicanos teníamos que registrar nuestros números celulares al RENAUT? Otra buena intención, dirán ustedes, pero no olvidemos que dicha base de datos, ¡que supuestamente sería resguardada con celo!, pocos días después estaba a la venta de forma ilegal en el barrio bravo de Tepito; sí, allí donde tampoco nos hagamos, gustamos de ir y comprar nuestra fayuca y piratería.

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