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El morbo vende, y vende bien. En este sentido, no es raro que el tema del momento sea el del llamado Monstruo de Atizapán, un feminicida serial de nombre Andrés «N» que, según su propia confesión, ha matado a por lo menos 30 mujeres a lo largo de 20 años.

Y aunque el supuesto feminicida ya fue vinculado a proceso y él mismo se declaró culpable en su audiencia, por el momento el único crimen por el que sería sentenciado es por el asesinato de Reyna, cuyo cuerpo se encontró descuartizado dentro del hogar del acusado.

Sin embargo, tan sólo por este delito, al ser catalogado como  feminicidio, Andrés «N» pasaría de 20 años a prisión vitalicia. Dependiendo de los resultados que arrojen las investigaciones la sentencia sería mayor de comprobarse su responsabilidad con otros asesinatos y delitos.

Ahora, si es un asesino serial o feminicida serial, cual sea el término legal, psicológico o criminalístico, lo más escabroso fue el  encubrimiento indirecto de las autoridades, pues aunque no lo protegieron ni fueron cómplices de Andrés «N» directamente, vaya que tienen una enorme responsabilidad en ello.

Responsabilidad porque, de ser cierta su confesión, Andrés «N» es un asesino/feminicida serial que durante 20 años mató con total impunidad y sin preocupación alguna de ser detenido. Claro, esto habla bastante (y bastante mal) de la ineptitud de las autoridades en este tipo de crímenes, pues incluso, todavía hay lugares que se niegan a implementar las alertas de violencia de género.

Ahora, si este hombre de 72 años logró cometer sus atrocidades sin siquiera ser sospechoso previamente de las autoridades, cuántos otros estarán allá afuera, matando sin parar debido a la ineptitud de aquellos que deberían protegernos.

Después de todo, vivimos en un país donde desgraciadamente 10 mujeres son asesinadas al día.

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