Sopitas

El desplome del metro en la Línea 12 deja muchas preguntas, muchas dudas, muchos muertos y muchos heridos; pero, sobre todo, deja un hartazgo y un coraje como sólo el mexicano puede soportar una y otra y otra y otra vez…sin importar cuántas veces ocurra un accidente (o se repita el mismo) ni mucho menos cuántas veces gane la impunidad y la corrupción.

Y es que esa misma impunidad, corrupción e irresponsabilidad se cobró la vida de por lo menos 24 ciudadanos trabajadores entre padres, madres, hermanas, hermanos, hijos e hijas, quienes terminaron sepultados, ¡aplastados!, bajo los escombros de los vagones al regresar de lo que, seguramente, fue una larga jornada de trabajo o incluso un viaje de ocio.

Los motivos de su regreso a casa en metro no importan, ¿por qué?, porque sin importar cuáles fueron, su único error fue viajar sobre una construcción que desde su inicio presentó fallas, cierres, errores, accidentes y demás. Una obra hecha el vapor que ejemplifica perfectamente que al Gobierno (cualquiera que sea) no le importan sus ciudadanos, sino sólo «cumplir» con metas políticas egoístas y obtener dinero de dónde sea y cómo sea.

Y es que a pesar de que en 2015 la ASF dio a conocer diversas y graves fallas de la L12 (como incompatibilidad entre rieles y ruedas, desgastes acelerados, sobrepeso de los trenes respecto a las vías y demás) que tenían a los trenes operando al límite de lo aceptado, nada de eso importó, pues a fin de cuentas la obra «ahí estaba», que es lo único que importa a los mandamás.

Ahora, sobre estos mandamás, ¡¿qué les va a importa a ellos lo que pasó?!, cuando el mismo reporte de la ASF destacó que el Consorcio constructor (ICA, Carso y Alton) hizo soldaduras fuera de las normas y con herramientas distintas a las indicadas al momento de edificar la L12.

Los problemas siempre estuvieron allí, los errores siempre se supieron. La línea 12 siguió funcionando a pesar de eso. Y aunque funcionarios como Ebrard y la directora del metro han dicho que estarán dispuestos a cooperar y aceptar responsabilidades, todos sabemos que la bolita pasará y pasará hasta que quede desgastada (quizá menos que la misma L12) y el asunto se olvide.

¿O es que acaso dirán que la culpa es de nosotros, por estar en el momento equivocado al regresar tan tarde de un trabajo que apenas remunera lo suficiente para pagar los recibos?

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