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Cientos de griegos se reunieron el lunes en la catedral de Atenas para dar el último adiós al compositor y político Mikis Theodorakis, considerado un héroe musical y social en Grecia durante décadas.

Los restos de Theodorakis, quien falleció el jueves 2 de septiembre a los 96 años, víctima de añejos problemas cardiacos en un hospital de esta capital, serán enterrados en la isla sureña de Creta. Su ataúd llegó este lunes después de casi dos horas de retraso en medio de una disputa sobre los detalles del sepelio.

Durante el fin de semana su familia dejó de resistirse a que fuera enterrado en Creta, cumpliendo con sus últimos deseos. Sin embargo, un tribunal detuvo temporalmente los planes de su entierro para que se resolvieran los conflictos familiares.

Una vez que llegó el coche fúnebre, el pueblo griego comenzó a aplaudir y el grito de «¡inmortal! » se escuchó al unísono. Algunas personas llevaron arreglos florales dedicados a su héroe, mientras otras flanquearon el féretro con poemas.

Margarita Theodorakis, hija del compositor, aseguró que su padre sería enterrado cerca de Corinto, en el pueblo de Vrahati, donde tenía su casa de vacaciones. Pero en una carta fechada en 2013 y hecha pública, Mikis escribió al alcalde del pueblo de Chania, en Creta, que quería ser enterrado en el cercano cementerio de Galatas, a pesar de la oposición de su familia.

Theodorakis fue famoso en Grecia por su activismo político y su carrera musical. Creó una amplia obra, de sinfonías sombrías a populares bandas sonoras de televisión y cine, incluyendo la música de Serpico y Zorba, el griego.

También será recordado por su oposición a la junta militar que gobernó Grecia de 1967 a 1974, época en la que fue perseguido y encarcelado, mientras su música fue prohibida.

«Ahora, al final de mi vida, en una época de recuentos los detalles se han borrado de mi mente y ‘las cosas grandes’ permanecen. Me doy cuenta de que pasé mis años más cruciales, enérgicos y maduros bajo la bandera del KKE. Por ese motivo quiero partir de este mundo como un comunista», escribió Mikis Theodorakis.

Con información de: La Jornada