El Universal

Tadeo fue un bebé que, apenas a sus cinco meses de nacido, sufrió más que muchos de nosotros. Tenía un problema congénito que le valió ser internado en un hospital de Iztacalco, donde fue intervenido quirúrgicamente en diversas ocasiones por padecimientos en el sistema digestivo.

Lamentablemente su tiempo en este mundo fue corto, pues no resistió y falleció el pasado 6 de enero «por una infección generalizada», según declara Ulises Lara, vocero de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) local.

Y aun así, todavía después de muerto, este pequeño no tuvo paz, ya que a sus perpetradores no les bastó con exhumar el pequeño cadáver; no, tuvieron que profanarlo abriéndolo del vientre y tirándolo como cualquier desecho en un basurero dentro de una cárcel de Puebla.

¿Qué hacía un bebé que originalmente fue enterrado en un panteón de Iztapalapa en otra entidad y, más aún, dentro de una cárcel? ¿Para qué fue usado su cuerpo? ¿Asunto de drogas? ¿Cómo o quién permitió el ingreso del cadáver?

Esperemos todas estas preguntas tengan respuestas y se castigue a los culpables, entre los que podría estar Jaime Mendoza Bon, director general del penal de San Miguel, quien ya fue detenido junto a otros 21 posibles responsables.

Esperemos también que los organismos correspondientes tomen cartas en el asunto e impartan justicia, aunque ya la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Piedra Ibarra, señaló que no existe una queja para atraer el caso a éste.

Ojalá se puedan evitar, de igual manera, más casos similares, así sea durante un tiempo solamente, pues al menos el panteón de San Nicolás Tolentino, en Iztapalapa, de donde se extrajo el cadáver del bebé, ya cuenta con más seguridad…mientras se calman las aguas o el asunto es olvidado, claro está.

Tadeo tenía cinco meses de edad. Tadeo sufrió. Tadeo murió. Tadeo fue profanado. Tadeo fue abierto. Tadeo fue tirado en un basurero. Tadeo no merece quedarse sin justicia.

HOY NOVEDADES/EN BOGA