Proceso

Para nadie es desconocido que Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, tiene un serio rencor contra la prensa y los periodistas de México, pues para él, los únicos comunicadores a los que vale la pena leer, escuchar (y quizá hasta proteger) son aquellos que se quedan callados o, en el mejor de los casos, sólo hablan maravillas de la 4T.

Los más recientes (aunque en verdad siempre lo han estado) en la mira del mandatario son Carlos Loret de Mola, Joaquín López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Carmen Aristegui y Jorge Ramos, de quienes Obrador solicita expresamente que den a conocer sus ingresos para saber si están a favor del pueblo o sólo de sus propios intereses.

Quizá muchos opinarán que AMLO está en su derecho, pues es justo que personajes con una gran influencia y dinero aclaren de dónde está saliendo este último o, en otros casos, si se sospecha que su enriquecimiento ha sido ilícito.

Sin embargo, más que buscar un camino legal, parece que Andrés Manuel desea a toda costa cobrarse todos los rencores que le han hecho pasar, sin importar si se desapega de la ley.

Resulta que si bien el presidente pidió al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) investigar un ingreso de 35 millones de pesos que Loret de Mola recibió el año pasado, dicho instituto le aclaró que no cuenta con las facultades para ello.

Tras esto, Obrador insiste en si, en su derecho como ciudadano, puede dar a conocer facturas y demás documentas que prueban la procedencia de dicho dinero, a lo que el Inai le aclaró que para hacerlo necesita el pleno consentimiento del comunicador.

Hasta ahora el morenista no ha revelado nada y por lo tanto no ha incurrido en ningún delito, pero tal pareciera dispuesto y aferrado a atacar como sea a estos comunicadores.

¿No tendrá todo esto que ver con la polémica en torno los hijos de AMLO y sus controversiales lujos?

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