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Desatinados los comentarios de la ya mítica presentadora Whoopi Goldberg, quien opinó que el Holocausto no se trató de un asunto de razas, sino de “la inhumanidad del hombre contra el hombre”. Es decir, según la también actriz, no se trató de un hecho histórico de nazis contra judíos, sino de “gente buena contra gente mala”.

Y sí, tal vez tenga un poco de razón si se ve desde el punto de vista en que sólo una mala persona le podría hacer daño a otra, pero la verdad es que se trata de un asunto que va mucho más allá y con diversos trasfondos, significados y matices.

No se puede negar que la inhumanidad y la crueldad del hombre ayudaron a exterminar y torturar a cientos de miles de inocentes en este lamentable hecho histórico, pero esa crueldad e inhumanidad se dio contra una raza, un pensamiento y una ideología en específico, es decir, contra los judíos.

Por lo tanto, como bien lo expresa el rabino Abraham Cooper, decano asociado del Centro Simon Wiesenthal, “todo sobre la Alemania nazi y la persecución de los judíos y sobre el Holocausto giraba en torno a la raza y el racismo. Ese es el desafortunado, irrefutable hecho histórico”.

Estamos hablando ya de que la discriminación no ocurre sólo a personas de color, al contrario, desgraciadamente es una práctica que se extiende en todo el mundo y también incluye el desprecio hacia ciertas nacionalidades, pensamientos, ideologías y hasta niveles socioeconómicos.

Es un problema que va más allá de la piel, se trata de un pensamiento que durante siglos les ha hecho creer a ciertos grupos que por alguna razón son ética y moralmente superiores en todo a otros. No siempre se trata del bien contra el mal, pues primero hay que entender qué es lo que origina dicha maldad.

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