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Una total, completa y deplorable aberración lo que ocurrió el fin de semana pasado entre los aficionados del Querétaro y el Atlas cuando los primeros prácticamente iniciaron una masacre contra los segundos. Un partido, que se supone debería ser un evento familiar, emocionante y de rivalidad 100% deportiva, terminó en uno de los escenarios más grotescos en la historia del futbol nacional.

Sin embargo, más nauseabundas e inhumanas fueron las absurdas “sanciones” (si es que se les puede llamar así) que la Liga MX y la FMF le impuso al equipo de Querétaro, pues si bien fueron sus aficionados, o mejor dicho, las absurdas barras (ya que un verdadero aficionado nunca haría una cosa tan ruin) las que provocaron la tragedia, vaya que el club merecía castigos ejemplares.

Resulta que para la FMF y demás directivos no fue suficiente que un hombre perdiera el ojo ni que haya hospitalizados de gravedad por las palizas que recibieron; tampoco les es suficiente el que niños estuvieran en riesgo; mucho menos el terror y la violencia que sufrieron diversas personas sólo por portar la camiseta del equipo contrario.

No, nada esto fue suficiente para que tuvieran los balones (que seguramente los tienen, pero desinflados) para hacer lo que todo mundo pedía: desafiliar al Querétaro del futbol nacional.

En su lugar, como dijimos, únicamente anunciaron sanciones inhumanas pero no contra la escuadra, sino para las víctimas, pues el equipo sólo recibió ridículos castigos como el no permitir al Querétaro jugar en su estadio y sin público durante al menos un año, además de una multa absurda y suspender a su directiva.

Más importante aún, aunque se otorgaron “castigos” para ambas barras, este tipo de grupos seguirá permitido.

Y todo esto, según Mikel Arriola, para “no afectar la competencia”, cuando es claro que esto sólo es para no afectar los bolsillos de los que manejan el futbol nacional, pues los mismos fanáticos de este hermoso deporte estaban de acuerdo en que se debían tomar medidas extremas, aún si eso incluía dejar a la selección mexicana fuera del mundial.

En eso, los verdaderos aficionados, demostraron tener corazón y empatía, pues sabían que se debía castigar al futbol nacional, no sólo a un equipo, para que eventos tan deplorables como éste no volvieran a ocurrir.

El futbol podrá perder el respeto, incluso poner en riesgo la vida de sus fieles, pero nunca, eso sí, nunca su dinero.

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