El País

Parece increíble que los Estados Unidos sigan sin entender el peligro que es el que los ciudadanos tengan fácil acceso a las armas de fuego, pues aunque todos podríamos estar de acuerdo en que merecemos portar una pistola para nuestra seguridad, desgraciadamente hay gente que utiliza este derecho para lastimar y no para proteger.

El caso más reciente es el de Frank James, de 62 años, quien el martes pasado disparó contra varias personas dentro del metro de Nueva York, dejando como saldo a 23 heridos, aunque sólo a 10 de ellos por impacto de bala.

El caso ha sido bastante sonado, sí, pero tampoco tanto como otros, y la razón principal es porque esas 23 personas no murieron y los heridos de bala están estables. Pero, ¿qué habría pasado si en vez de 10 heridos habrían sido 10 muertos? Seguramente ya habría varias veladoras, fotografías y cánticos por los muertos en lo que habría sido ese fatídico día.

Por alguna razón gobierno y ciudadanos estadounidenses prefieren que casos como éste y tiroteos (masacres) en las escuelas sigan ocurriendo en lugar de prohibir las armas. Más lamentable aún es que se seguirán repitiendo una y otra en aquel país mientras ese sea un derecho para todos.

Cualquiera de nosotros se sentiría más seguro con un arma para defender nuestra vida o nuestras pertenencias; pero con leyes así, también cualquier persona puede arrebatarnos la vida en el transporte, en el trabajo, en la escuela o donde sea y no ya por un asalto, basta con tener una idea radical o, por qué no, hasta un simple mal día.

HOY NOVEDADES/EN BOGA